domingo, 25 de abril de 2010

LA HUMANIDAD DEL HOMBRE

Elaboré un breve mensaje de Navidad donde decía fundamentalmente que la misma, es una fiesta interior. Claro, del Corazón. Se festeja el nacimiento de Cristo. Dios es todo amor, el hombre tiene un aparato, el Corazón, que no es precisamente, el que está en el pecho, a su vez, dignísimo ejemplo de nobleza.

Nuestro Corazón es el Aparato Afectivo, aloja la pizca de Sí que nos dio a cada uno: el hombre es Templo del Espíritu Santo!

Tiene la capacidad de purificarse, rejuvenecer, y volver a nacer. La fecha será oportuna, pero no la reservemos sólo para el 25 de diciembre. La Navidad ha de ser vivida diariamente.

Purificarse? El corazón del hombre, a semejanza de Dios, siempre es bueno. Tantas injurias sufre, desde el mismo inicio de la gestación, sufre sin cesar, por el desatino del hombre, y puede deteriorarse. El corazón de Dios es Absolutamente Puro. Será ideal del hombre “acercarse” a lo máximo. En la medida de nuestro crecimiento desarrollamos recursos para hacer el camino de la vida, recursos para ir limpiándolo, hacerlo apacible, agradable, y puro.

Rejuvenecer? El cuerpo es que se pone viejo, démosle las gracias por habernos cargado pidiéndole perdón por los porrazos dados. Al crecer y desarrollarse el Corazón va haciéndose fuerte, la dignidad pristina, despliegue la libertad en plenitud, la autonomía prescinde de lo terrenal, sabe lo que quiere, se une a los hermanos para formar el pueblo de Dios. Haciéndose cada vez más fuerte, se hace cada vez más joven: Dios no quiere un ejército de viejos, lo quiere de jóvenes!

El Corazón es el que da el perdón, qué mal nos iría, si fuese por la razón y la sensibilidad. La razón, tan pregonada, por quien no es tan sensato ni tan razonable. Mucho puede ser el poder de la mente, pero tiene límites. Hay cosas que la razón no entiende, el Corazón sí. Dispensa terribles injurias, tolera lo injusto, lo arbitrario, no se descuide su purificación que perderá fortaleza. Aceptar es hacer propio y permanecer en paz, atributo del corazón.

Sólo el Corazón puede reconciliar. Los atentados contra la humanidad dañan sus cualidades, entre ellas, la de vincularse. Así no más es, dice, cuando se enoja con su hermano no le habla tres años. Enterrado tiene el Corazón, cuánto fervor en la sensibilidad, la razón de nada le sirve. Sanear y restaurar los vínculos, aceptar y dar la dispensa son atributos del corazón, hacen a la reconciliación. Tal fortalece la comunidad de seres y la hace hábil para el Camino A Casa, nos deja dormir tranquilos, abre el camino al sosiego, a la dicha. Familia que reza unida permanece unida, por beneficio de la reconciliación.

A través del Corazón ofrendamos. Dios es tan grande, tan poderoso, tiene capacidad infinita, Acepta Todo de sus hijos. Y los padres terrenales no? Lamentablemente, muchos no. Él puso en nosotros las luces, sus mismos reflejos, para que las usemos, no para ornamentos, para beneficio propio y ajeno. Resplandecerá el hombre Sus Luces y Se Hará Su Palabra. Gracias, Padre. La humanidad refulja sus luces como una constelación de hermosas estrellas. Existe el cielo y las estrellas son sus luces. Como presente, te ofrendamos las luces.

No todo es luz. El hombre se ata a los bienes terrenales, se hace esclavo de ellos. Se pone al servicio de la ropa, suntuosos carros, se deja dominar por el dinero, por lo que llama placer, se regodea en la lujuria, come más de lo que necesita, codicia lo ajeno, ve en ello la “razón” de la vida, y sólo siente el profundo vacío. El hombre pasa atentando contra sí mismo, alejándose, perdiéndose. Qué van a ser bienes, son sombras, Él las toma y las devuelve como gracias, Magnanimidad, Capacidad Fundamental del Aparato Afectivo que permite aceptar.

Virtuoso Mozart, ejecutaba conciertos a los cuatro años. El prodigio también es del corazón. Virtuoso el hombre que recurre a la audacia para ser él mismo, vive inquebrantablemente su dignidad, no permite se le manche. Es su libertad, habla con y desde el corazón, controla su lengua. Virtuoso el que se vale por para cumplir su misión. Virtuoso el hombre que convive en armonía, hasta abraza a los enemigos. Virtudes! Te ofrendamos también las virtudes, Él se congracia con la autenticidad de sus hijos, virtuosos.

Se enfermó, se puso triste, agresivo le cuesta dormir, qué mal vive su mal. Señor Freud, usted que tuvo el “tino” de ver al hombre con la lupa del sexo, vio sus miserias. Que vive su relación como hijo, ella su frustración de madre. No se vale por sí, depende del otro para existir. Una cosa es vincularse sanamente, la dependencia es una miseria. Que se acopla, diariamente, vive su inseguridad, diariamente. Su señora disfruta el hartazgo, está ahíta. Se siente mujer fuera de la cama? Cómo dice? Si su marido es amble, atento, le trae muestras de haberla recordado, se complace con sus logros, se siente persona ...pare, doctor, no. Qué miseria! Disfrutemos un trago, que él no disfrute de nosotros. Fumemos un puro, fumamos la misma muerte. Atolondrado por las catorce horas que trabaja, justifica con ello todas sus faltas, qué miseria. Hay miserias, y de tantas, ni conciencia tenemos. Él está listo para recibir nuestras miserias también.

Paremos un instante el vértigo, Existir es algo que está en nuestras manos. Y, cómo vivimos? Atados en la tierra, o en biunidad sobrenatural. Abramos el Corazón, Él será pródigo en gracias, sentiremos el amparo, nos transformaremos, cumpliremos nuestra misión por HABER VUELTO A NACER! ...el milagro de la Navidad.


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