lunes, 26 de abril de 2010

LA FINALIDAD DE LA VIDA

020404

Considero procedente dar una breve mirada a la Finalidad de la Vida con la intención de puntualizar, reiterar nociones.
Confío haber plasmado la noción del Ser, como la Verdera Dimensión Humana del hombre, la noción del Corazón, y por qué no, la noción del Ser del Corazón, o el conjunto de sus Cualidades.
En ellas está la Verdadera Identidad del hombre, o lo que Realmente Hizo Dios del hombre, y lo que Él Espera de él. El Ser es la Esencia del hombre, hecha a Su Semajanza, el Amor.
Vivir Realmente es vivir a partir del Ser, lo que se compadece con la expresión Ser Fiel a los Mandatos Interiores. Equivale a decir que el Ser tiene y contiene los Mandatos Dados al hombre.
Así cuando el hombre se permite, y Le Permite, Dios Accede con y en Su Gracia, insertándose en la Mayor Profundidad para Activar la Esencia del hombre: El nacimiento del Actuar Esencial o Capacidad de Amar y el despertar de la Vocación Central, o el Llamado que tiene inherente a La Misión. Actuar y Llamado coadyuvan en el despliegue de la misma.
El Ser contiene las distintas Capacidades, a las que también pueden llamarse Talentos o Virtudes. Es tarea del hombre vivir tales Virtudes, porque vivirlas es Hacerse Persona, es Hacerse Hijo, o el despertar de La Filialidad, crucial Fundamento del Sentido de la Vida. Así el hombre que Conoce y Vive el Sentido de su Existencia despliega su Voluntad Vocacional y apunta a la Conjugación con La Voluntad de Dios que, contiene nada menos que el Ideal Personal para El Plan Redentor. Así, La Filialidad retroalimenta a la Paternidad dándole Sentido.
Vivir las Virtudes del Ser, o Ser Uno Mismo, es imponerlas en la vida ordinaria, lo que en otros términos equivale a decir Vivir Extraordinariamente lo ordinario, o la forma profunda de Amar. Profundamente Conciente el hombre despliega su Caridad viviendo la Dación incondicional de sí y empieza a vivir en Paz avanzando hacia la Dicha. El hombre despliega su Magnanimidad en la aceptación incondicional de sí, de los demás y de las vicisitudes de la Naturalidad. Vivir la Caridad y la Magnanimidad es Vivir el Amor de Dios.
El hombre ya siente que se carga de Sentido, de Gratitud y Complacencia interiores.
Estas vivencias equivalen al Actuar del hombre, o la Imposición del Yo Profundo, para lo que el hombre necesita recurrir a la Virtud del Ser llamada Libertad, o la capacidad para Optar por lo conveniente acorde con su estructura más profunda. Imponer las Opciones Convenientes en la Dación y la Aceptación es la vivencia de la Verdadera Libertad, y no la que el hombre cree cuando hace meramente funcionar su intelecto.
Las Capacidades del hombre contienen como Dones los valores y valeres, que lo Integran como Individuo, le permiten valerse por sí mismo en la vivencia de la Virtud de la Autonomía, para el despliegue de la Virtud de la Unidad que le permite al hombre Vincularse para Hacer a la Comunidad, o Humanidad, de ahí la noción de que los Vínculos Humanizan.
El hombre en camino de su armonización o totalización inicia su propio camino, cargado del Anhelo, y se va Haciendo Persona. A lo largo del camino va viviendo sus virtudes por beneficio de la Activación de su Esencia. El hombre vive para sí, para el hombre y para Dios, vive consigo, con el hombre y con Dios, vive en sí mismo, en el hombre y en Dios. El hombre conoce la Verdad y la Realidad que Habita en él para el desarrollo de La Fe, el Asentimiento Profundo a la Realidad Existencial de Dios en su Mayor Hondura y, con El Pleno Sentido de la Vida.
El hombre haciendo el camino satisface el cometido de su Misión, o lo que Dios Espera de él, avanza hacia su Sobrenaturalización.
Confío haber plasmado con cierta claridad la noción del Ser Uno Mismo: LA FINALIDAD DE LA VIDA!

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