miércoles, 14 de julio de 2010

VITALES ESPACIOS

Húmedos los ojos al compartirme que su esposo había sacado la cerradura de la puerta del baño: yo voy a entrar cuando quiera!

La terrenalidad tiene una dimensión espacial, el hombre se desarrolla en un espacio físico, asiento del ambiente humano. Ambos son indispensables y hacen a su condición.

El espacio físico en que me ubico, muy fácil de entender, pasa por mi país, mi ciudad, mi casa, mi dormitorio, mi cama: es como la tierra fértil que dará buenos frutos, ahí donde me hago, me hago porque en él me siento bien, seguro, siento la confianza necesaria para iniciar mis pasos. Espacio físico, asiento natural que desarrolla la necesidad humana básica del arraigo.

Nótese que la palabra se deriva de raíz. Qué sería del árbol si no tuviese raíz? No requerirían mucha fuerza los vientos para derrumbarlo, desampararía a los que están bajo su sombra, se esterilizaría, marchitaría, y morirá.

Los rasgos de mi identidad se compadecen con las características del espacio que tengo. La noción de propiedad, que no pasa por una escritura pública, es fundamental. Yo tengo mi espacio propio, un lugar dónde confiado echo raíces, para crecer. La idoneidad del espacio es lo que hace a su propiedad, exclusiva.

Requiere cierta amplitud, constreñido es difícil crecer, un moisés, una cuna, una camita, una cama ...bueno. Y qué bien lo acondicionó, con toda su ternura, cuando el alumbramiento se acercaba, algo de comodidad también necesitamos.

Y usan buena madera para las camas, puedan soportar hasta los gruesitos, y los chiquillos saltar en ellas miles de veces, saben que es fuerte, les da seguridad. Hay un techo que me protege del rigor del sol y torrenciales lluvias, paredes que no dejen filtrar tanto el frío viento del invierno.

Desarróllase la confianza en sí mismo, elemento sobre el que me yergo, me deja dormir tranquilo, y tranquilo cuando estoy solo, por su beneficio puedo estar solo, y no me siento solo.

Refraseemos, como dicen los abogados, no sentirse solo también equivale a no estar solo ...cómo? Menciono algunos elementos que cooperan en el desarrollo de la confianza: fundamento de todo vínculo! Y puedo encontrarme y quererme, el vínculo conmigo mismo, indispensable! Puedo tomar mi confianza y arriesgarla con otro, y con otros, se fortalece mi yo, los vínculos humanizan! Puedo sentir el gusto de estar en mi cama, en otra dependencia de mi casa, sentir el regocijo que me brota al encontrarme con otros, al quererlos. No lo había pensado, pensar que no confiaron en mí, y tanto me cuesta entender ese extraño que soy, tanto me cuesta entender a otros, depara deponer algo y tomar algo; no, mucho riesgo, mucho riesgo unir a los hombres, humanizarlos.

Y quién es esa mujer que nunca se cansa, que hace brillar la casa, hace hogar de una casa, y cuando me abraza me hace sentir mejor que en mi cama; quién es esa mujer que me hace sonreír, no sé por qué, nunca la había visto y parece que siempre la conocí: acá está tu hijo, madre. Qué bueno fuiste en asegurarme alguien que vele por mi vida. Y vela por mi vida sin reparos ni condiciones, claro, no regatea esfuerzos frente a todo lo que necesito, pero su belleza más grande radica en la imposición plena del sí al permitirme ser.

Ya no sólo espacio físico, es la dimensión sobrenatural que no requiere de casa ni cama, y no sé ni por qué, a su lado me siento cómodo, sereno, aceptado, no importe el tamaño de mis orejas o que mis ojos se parezcan a los de una rata, siento que a su lado crezco, por eso la respeto tanto, despliega su rol no sólo velando por mi vida, la desarrolla sobre la confianza que me la entrega plena y gratuita, el rol vital de la madre: dar y hacer la vida.

Esa dimensión, que no requiere de casa ni de cama, también es un espacio, espacio que necesito para hacerme humano, para lo que no basta con haber nacido, hacerse mono parece un poco más fácil, un árbol, bananas ...

Mamá también me deja sentirme incómodo, como cuando reñí con un compañero en la escuela, y como él era más fornido, lilas mis párpados, lilas mis heridas, las de adentro. Cuando me voy aquietando me recuerda que sería bueno a veces recordase mi pequeñez, y tome otros recursos, en la riña nadie gana. Dice que si nos comunicamos tenemos la opción de comprendernos y aceptarnos, lejos de destruirnos, construirnos: la verdadera libertad al servicio de lo más precioso que Dios me dio, no entendí nada, yo pensaba que el corazón estaba en el pecho.

Y con qué gusto la noto cuando le cuento del partido que ganamos, se muestra orgullosa de mí por los valores que tengo. Cuando le cuento me mira a los ojos sin dejar de sonreír, me hace tanto bien cuando me escucha, claro que a ella no le importa el resultado del partido, me hizo sentir lo importante que soy para ella!

De repente, advierto en mi pieza un lecho más pequeño y los llantos que de él provienen. Tanto me gustaba el silencio para dormir, me sentía tan seguro ahí, ahora me siento arrebatado. Quién es ese a quién tanto tiempo mamá le dedica y me deja de lado? Ya verá.

Húmedos los ojos ante mi dificultad de expresar mi dolor a mi mamá, peor, no la encontré. Advertí un periódico sostenido por alguien en el sofá, papá había regresado. Qué te pasa? Nada. Ya lo había notado. Si algo me dijeras quizás pueda ayudarte. No pude. Dios hizo de nosotros una familia, nos ha dado un hermano porque no nos olvida, nos ha bendecido una vez más, hemos de acogerle, ayudarle en su desarrollo personal. Él quiere un pueblo inmenso, y en su infinito corazón caben billones de hijos ...sentí serenidad ...papá hizo mi seguridad y fortaleció mi confianza ...no sé lo que dijo, lo entendí.

Hacía mis tareas en la mesa en que almorzábamos, mamá sólo se acercaba de vez en cuando, tendrás que repetir, la próxima vez te saldrá mejor, sé que podrás, viste que se puede, sentí su aliento y su encomio con la alegría mostrada al ver las calificaciones que obtuve. Y qué bueno cuando papá un día llegó con un escritorio para mi solo, y como no estaba tan cerca del comedor, mamá casi no venía, igual mis tareas salían. Me las arreglaba.

Más tarde sufrí como un aleteo de mariposas en el estómago: Beatriz me aceptó, tanto que me asustó, quería que siempre estuviera a su lado, yo le decía que también tanto quería estar a su lado, pero no tanto, ella se enojaba y me decía que era suyo: nadie es propiedad de nadie! Le dije que yo me sentía unido a ella y que ella pretendía atarme, a lo que no estaba dispuesto, tuve que dejarla enojar, a su lado yo crecer también quería, mas su posesividad, entorpecía. Noté que quería acaparar mucho de mi vida, había espacios en los que yo no le daba cabida, tuve que dejarla enojar.

Beatriz compartió conmigo que su madre la acosaba noche y día, sola un instante no la dejaba, que le exigía contarle todo, mas cuando quería opinar o sugerir soportaba la sordera de su mamá, que revisaba su mochila, su cartera y hasta la papelera del baño. Acá yo no tengo cabida me dijo ...respetad el sano espacio de vuestros hijos, que escaparán y buscarán otros espacios, quizás menos sanos.

Una señora que en el marco de sus desavenencias, había hurgado papeles de su marido, se enteró de lo que no quería, y cuando se lo dijo, él mucho se enojó, ella replicó: en el matrimonio todo vale, justificando su exceso. Le pedí que repitiese, y lo hizo, así que hasta mataría? Se calló, mostró más enojo. Le recordé que ella era una persona, que su marido era otra persona, y que se respeten sus individualidades haría bien a ambos. Tiene derecho a comunicarse con él, respecto de los temas que sea, cuide el modo de la comunicación, no la tema, la misma les fortalecerá no obstante discrepancias, su intromisión los debilitará.

Beneficie el vital espacio con el debido tiempo, que los que somos más lentos, requerimos más. Otros se apresuran, creen que necesitan menos, y de nuevo a invadir territorios ajenos, desnaturalizando los vínculos, distante de sanearlos.

Yo necesito mi espacio y mi tiempo, él también, ella también, todos lo requerimos para acondicionar nuestro interior, para desarrollarlo, porque en la quietud conmigo mismo descubro lo que habita en mí, que me servirá para imponer mi libertad, al maldito rol alienante de la cotidianeidad superficial, que pierde al hombre.

Está en mis manos permitirme mi espacio, encontrarme y quererme, sólo Dios no es intruso en mi espacio, permitiéndome mi espacio estaré en mejores condiciones de acceder a otros espacios, en los que me vinculo, viviré sanamente mis vínculos, me verán sereno, hablando un lenguaje conciliador, lenguaje sin temores, que permite existir frente a los demás, por beneficio de haber vivido mi espacio. Sentirán una persona diferente, que opta inquebrantablemente, que no requiere más que de sí para valerse, y que, al tiempo, vive el don de unirse en familia y en comunidad, dignificándolas, sin humedad en los ojos, por haber disfrutado de sus VITALES ESPACIOS!