viernes, 7 de mayo de 2010

LA SEPARACIÓN

Constituyen franca mayoría las parejas, matrimonios o no, que no logran consolidar el Vínculo Esponsal, que aunque no estén casados, uso el vocablo esponsal. Lo que cuenta es el Rol, no sirve estar casados si no viven su relación como pareja. Palabra que se desprende de par, constituir un par, no quiere decir ser iguales. Dos, muy diferentes, pueden hacer un buen par.

Es posible que dos que no estén casados vivan como pareja. Cierto es, que, casarse es un compromiso que se sella ante sí, ante el otro, ante la comunidad y ante Dios. Tal compromiso ayuda en la imposición del cuidado de la relación, mas no es determinante. La mayoría no pasa de lo que llamo, vínculo adolescente, que, puede ser trabajado, es difícil y hay enemigos.

El Sacramento del matrimonio es, para mí, un aditivo Sublime, aunque tampoco determinante. Respecto de la leyes ordinarias, debe haber ley de divorcio.

El matrimonio esponsal es un triángulo, a no perder el buen humor, el tercero es el mismo Dios. Como todos somos hijos de Dios, la apertura a su Gracia es definitivamente algo a favor. El triángulo se conforma, en su base, por el vínculo esponsal, en los lados por los esposos, que convergen en el vértice, donde está, el mismo Dios. La medida del desarrollo del vínculo sano, a su vez favorece el desarrollo de los roles en su individualidad, determinándose la convergencia. La que al establecerse permite vivir el amor de Dios, en profunda aceptación y entrega: el matrimonio esponsal se vivifica intensamente descubriendo su misión y su cometido. Esposos como hijos cooperan con el sentido y la proyección de la vida. Es el nivel sobrenatural, la santidad matrimonial, que se hace eterna. Sabio será permitirse que el amparo de este ideal ayude a crecer hasta lo más excelso, respetando los límites, el amparo será más providente en la medida que se encumbre el anhelo.

De dónde proviene tanto fracaso en las relaciones de pareja? Creo no haber entendido lo del pecado original, algo de eso hay?

Con las disculpas de la muletillas, sugerencia que recibí de corazón. En relación con el multifacetismo del hombre, muchas facetas tienen denominadores comunes. Repetir ayuda a ir haciendo vida en nosotros las nociones, distante del mero saber intelectivo, vivir, es otra cosa.

El Rechazo del mismo inicio, se da, aún cuando el embarazo pudo ser deseado. Aunque parezca tonto, no es decisión del hombre. Tal rechazo es el primer y feroz atentado contra la conspicua dignidad, y llega hasta la esencia de la existencia.

Gracias, madres, por imponer amorosa y santa sumisión, al acoger la sublime bendición, que reciben con la concepción: esto es determinante. La acogida de la bendición desarrolla la capacidad de velar y desarrollar la vida. Gracias por dar sus senos, y la amorosa paciencia para alimentarlos. Lo contrario, es visto como el rechazo del niño respecto del seno, es la hostilidad en la oferta.

Tú, padre, has olvidado que eres el modelo de varón para tus hijos? Tú, madre, has olvidado que eres el modelo de humanidad, a la que tu feminidad hace sublime. Qué va a entender siendo chico, no sólo entiende, vive la condición de varón y la condición de mujer en sus padres, desde el mismo inicio de la vida.

Tú, hombre, has olvidado que el trato que dispenses a tu esposa es una imagen que desarrollan tus hijos. Tú, mujer, has olvidado que, la aceptación incondicional que impongas a tu esposo, hace de él, varón. Miremos la justicia de José, ante la concepción de María, sin haberla conocido, y a ella cuando dijo, hágase en mi Tu Palabra, absolutamente abandonada en su padre. El producto, apenas, alcanzó la Gloria Eterna.

Modelos y tratos se viven sólo en la familia. Ni en la escuela, ni en la Iglesia. Tales son determinantes! Distante de la firma del registro civil y del tamaño de la Catedral.

La indignidad para existir, del rechazo, sumada al modelo deslucido hace ver el mal inicio, lo que no anula las vocaciones esponsales. Qué tarea para el inocente, Dios le encarga una misión, y tropieza desde el mismo inicio. Grosero me siento cuando digo, no son célibes ni homosexuales, están llamados a vivir como esposos.

Luego las vivencias familiares que pueden darse en el marco del afecto, con el cultivo de los valores básicos, nutren la dignidad, el respeto incondicional, la honestidad, la libertad ...no se da con sermones, se da vivencialmente sobre el fundamento de la confianza, ofreciendo al hijo opciones y permitiendo que elija, permitiendo que tome decisiones acorde con su edad. Ha de cuidarse a los hijos individualmente, personalizadamente, no los trate con normas igualitarias como las de los militares. Cada hijo tiene características propias, detectarlas, es tarea de los padres, así se los hace personas, y no, tornillos de una máquina. Alienten a sus hijos, dispénsenles incansable paciencia, todos nacemos torpes y desvalidos, encomien sus logros, desarrollarán la autonomía. No es enseñarles a ganar dinero, es la autonomía afectiva, poder sanamente vincularse por sí mismos, sin dar paso a la miseria de la dependencia. Sean magnánimos y ecuánimes, harán de sus hijos indulgentes, serán justos, perdonarán y se reconciliarán, se humanizarán.

Así, personas que se sienten indignas, que vivieron modelos deslucidos, sufren un desarrollo adolescente. Tal, no sólo es adolescente, es terreno fértil para los enemigos, para el príncipe del mundo. La falta de confianza genera inseguridad, celo morboso, el elemento más destructivo de la pareja. Artero, se disfraza, corroe sutilmente, sin cejar, no se conforma con apuñalar, aleve, al asestar interminables veces. Atroz.

La maldita cultura contribuye, con sus costumbres, dicta desde afuera, qué y cómo deben hacerse las cosas, sin tener en cuenta la humanidad. Permite, tolera y avala el desarrollo de las rígidas ataduras. En este punto detecto un rol alienante de la Iglesia. El hombre no atina, no por malicia, inhumana ciertamente, pero del hombre.

Nótense las renquera con que llegamos al matrimonio, aparece el afán por el trabajo, ponderado, relega a la familia, la hace huérfana, no se desarrollan los vínculos, se experimenta el vacío, hasta existencial, resta sentido, hay descuidos, falta la unidad, y la familia se desnaturaliza.

Se acrecienta el desaliento, sale la alegría de los días, hace desear que los otros se ocupen cada vez más, distancia y despersonaliza. Duro. Llegamos a ser tediosos y extraños. Familia sin padres, con pretextos que “conforman”.

Aparecen recursos evasivos, ponderados, se cae en el activismo, se muestra cansado, se vive la infelicidad permanente, la angustia, que hasta hace comer estúpidamente, para afearse, ya que somos indignos, no merecemos, amar es fuente de temores, como el temor al compromiso. Las carencias del pasado no pueden satisfacerse, las necesidades actuales desatendidas, vivimos la cotidiana frustración, la sed afectiva crece, obnubila la realidad, nace el espejismo, y la confusión, nos entrampamos en lo pernicioso. Nace la infidelidad, o una forma de ella, distinta de la consigna de hacerse daño, daño que daña a otros. Son minoría las parejas estables que se desprenden de la infidelidad, ya que las infelices determinantes se mantienen. Y estas, “estables”, continúan con la infelicidad permanente, ya no se “animan”, duran en la fatal mediocridad.

La frustración generada nos aleja de nosotros mismos, atenta contra la razón de la existencia, no se detecta la finalidad de la vida. La difícil de corregir desorientación domina impidiendo el desarrollo del vínculo, se vive la tristeza, antítesis de la vida, el hombre cree que la vida es una melancolía, que no vale la pena.

Cuando la relación se convierte en más destructiva que constructiva debe considerarse la separación eventual. Cuando la relación destruye más, no me deja vivir mi llamado, la misma se constituye en enemigo de la Redención. Y ha de negársele atender su vocación? No mezclar: una cosa es la separación, otra, una nueva relación. Oponer fidelidad a la conciencia profunda a esta instancia, nunca la conciencia social. Dios conoce nuestra realidad mejor que nosotros mismos, así, será pródigo en su misericordia.

Relaciones posteriores en la línea de pareja son igualmente difíciles, en razón de que las determinantes del fracaso se mantienen. El grado de conciencia es útil en el reconocimiento de la necesidad de insertar cambios profundos que hagan probable el camino. Se requerirá apertura a la realidad interior, madurar respecto de lo que realmente se quiere, liberarse de los malos funcionamientos que condujeron al desatino. Ver con claridad que soy yo el que necesita de los cambios profundos, y no como lamentable, y tan frecuentemente se escucha, tanto a hombres como mujeres, la exigencia del cómo ha de ser el otro para... absurdo. Muchos se enojan conmigo cuando digo que la pareja no se elige, confío haber dado algunas luces, en pocas palabras, no se elige, se da, o no se da.

La separación no es para todos, se requiere coraje, audacia, sobretodo autonomía afectiva, la entereza para enfrentar los códigos vigentes, “culturales” o “religiosos”, para remar contra la corriente. Déjense de usar el pretexto de los niños, que los de matrimonios mal avenidos “vienen peor” que los de los separados, madres solteras, y naturalmente, de los bien avenidos. El pretexto de los niños técnicamente equivale a usarlos como chivos expiatorios, a ser enviados a la comunidad con más adolescencias! O creen que al mundo le va tan mal porque existen quienes se separan. Yo no.

Sentiría, la incomodidad de los clérigos, que merecen mi mayor consideración, yo lo veo así, discrepando de la inhumana implacabilidad con que la Iglesia, casi sistemáticamente enrostra la situación.

Están en las manos del hombre las opciones que le permitirán atinar mejor para criar hijos afectivamente sanos y orientarlos a la libre unidad de la humanidad por un mundo mejor.

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